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La "tresdelsiete" y la Padilla son los nombres que solemos escuchar cuando se habla de la Escuela de Educación Media Número 3 del Distrito Escolar 7 de la Ciudad de Buenos Aires. La Padilla no por Juana Azurduy sino porque está sobre la calle Padilla (1051, y Juan B. Justo para ser exactos. Barrio de Villa Crespo para ser más exactos). Sin embargo, esa identidad de lucha y compromiso la identifica. Luego de 5 años de tránsito de creación, estamos listos para tener un nombre propio. Y el nombre no es otra cosa que la identidad. La manera en que nos definimos a nosotros mismos. Y qué mejor que elegirlo ¿no? En ese camino estamos. Queremos homenajear así al Proyecto Educativo Institucional (PEI) que nos vio nacer y con el cual crecimos. Y agradecer su gestación. Y también que crecimos. Y a todos aquellxs que conciben el arte y la comunicación como herramientas para la transformación social, como ámbitos de autonomía y libertad. En eso estamos y queremos que participe toda la comunidad educativa!!!!!!!!! Pero toda toda eh!!!!!!! Los invitamos.

Candidatos para la elección final

Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

Roberto Santoro

ROBERTO SANTORO

Periodista-Escritor
Un vecino de Villa Crespo detenido-desaparecido en la última dictadura militar

"Sería ocioso hablar de la poca importancia que se le otorga al trabajador cultural en nuestra patria; del total abandono de organismos, planes y establecimientos educacionales, del incontrolado avance de una economía que permite el negociado y sigue oprimiendo a las clases menos pudientes (…); de la infame clausura de imprentas y publicaciones que cumplían positivas tareas culturales; sería ocioso hablar del incremento de burócratas y desocupados (…). Sería ocioso hablar de de todo eso y de las crisis que nos suceden y de la necesidad de romper formas y cambiar estructuras y de la muerte de un orden social y el nacimiento de otro. Sería tan ocioso si no fuera tan necesario".
[Roberto Santoro Fragmento del Discurso para el acto de la Alianza Nacional de Intelectuales, 10 de abril de 1964]


FUNDAMENTACIÓN DE LA PROPUESTA
Decidirse por un nombre para la tres del siete no es tarea sencilla. Escuela participativa, inclusiva con orientación en medios y arte, que aspira a estudiantes independientes, críticos, inquietos, comprometidos con la realidad y con un trabajo profundo sobre la identidad y la pertenencia.
Los nombres no son neutrales, tienen una carga ideológica, definen nuestra identidad.
Homenajear a un docente, en este caso preceptor de una escuela de nivel medio, que estuvo muy comprometido con los derechos de sus compañeros y también de los artistas y periodista de su país, es parte del ejercicio cotidiano de recuperar la memoria.
La escuela es el lugar indicado para garantizar la transmisión entre las generaciones que impide el triunfo del olvido sobre la memoria. La enseñanza del pasado reciente se sostiene en la idea de que los derechos humanos son conquistas sociales, fruto de la acción humana, y en consecuencia, refuerza la noción de responsabilidad, participación e inclusión. Es desde la educación, entendida
como una puesta a disposición del pasado en diálogo permanente con el presente y el futuro que es posible invitar a los jóvenes a la reflexión, el debate, y la apertura de nuevas preguntas y respuestas para la toma de posición frente a sus realidades.
También este nombre se enmarca en la Ley de Educación Nacional N° 26.206 que en su artículo 3° señala que “La educación es una prioridad nacional y se constituye como política de Estado para construir una sociedad justa, reafirmar la soberanía e identidad nacional, profundizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, respetar los derechos humanos y libertades fundamentales y fortalecer el desarrollo económico – social de la Nación.” En consonancia con esto, el artículo 92, se propone la construcción de la memoria colectiva de la historia reciente con el objetivo “de generar en los/as alumnos/as reflexiones y sentimientos democráticos y de defensa del Estado de Derecho y la plena vigencia de los Derechos Humanos.”
Roberto Jorge Santoro
Nació en Buenos Aires el 17 de abril de 1939. Vecino del barrio de Villa Crespo. Fundador de la revista literaria El Barrilete y de publicaciones como Gente de Buenos Aires y Papeles de Buenos Aires, tiene en su haber los siguientes títulos: Oficio desesperado (Ediciones Cuadernos del Alfarero, 1962); De tango y lo demás, fragmento (Editorial Barrilete, 1962); El último tranvía, plaqueta (Editorial Barrilete, 1963); Nacimiento en la tierra (Ediciones Cuadernos Australes, 1963); Pedradas con mi patria (Editorial Barrilete, 1964); De tango y lo demás (Editorial Barrilete, 1964); En pocas palabras, plaqueta (Ediciones Hechas a mano, 1967); Literatura de la pelota, recopilación sobre el tema del fútbol (Editorial Papeles de Buenos Aires, 1971); A ras del suelo (Editorial Papeles de Buenos Aires, 1971); Desafío (Editorial Gente de Buenos Aires, 1972); Uno más uno humanidad (Ediciones Dead Weight, 1970); En esta tierra lo que mata es la humedad (tragedia musical representada en Buenos Aires, 1972); En esta tierra (canciones; música de Raúl Parentella; canto Kiko Fernández; Music Hall, 1972, disco L.P.); Poesía en general (Editorial Papeles de Buenos Aires, 1973); Cuatro canciones y un vuelo (Editorial Gente de Buenos Aires, 1973); Las cosas claras (anti-libros "La trenza loca", 1973); Lo que no veo no lo creo (canciones; música y canto Jorge Cutello, 1974); No negociable, carpeta (Editorial Papeles de Buenos Aires, 1975); De Santoro (Homenaje a R. J. Santoro realizado en Madrid por poetas, escritores y artistas en general represaliados en Argentina, Ediciones del Rescate, 1979). Todos de alto contenido político, contra el colonialismo cultural y la "podrida máquina social que hace que un hombre deje de ser un hombre, obligándole a tener un despertador en el culo, una boleta de Prode en la cabeza y un candado en la boca". Nada retrata mejor a Santoro que sus definiciones precisas y violentas.
En algunos de estos títulos ya se vislumbraba un compromiso militante. Pero quizás el más original de todos sus trabajos fue Literatura de la pelota, donde transcribió una serie de cantitos de las hinchadas de fútbol. El vivía con una libretita encima, siempre a cuestas, donde anotaba desde chistes (era un contador de chistes fabuloso) y cantos del tablón futbolero hasta las leyendas de los camiones, las de los paragolpes. Todo lo que tuviera un matiz popular iba a parar a esa libretita, que se fue transformando en un muestrario de las voces nacionales más interesantes.
En agosto de 1963 comenzó a delinearse lo que sería su actividad periodística y literaria sostenida, con la primera edición de la revista de la que fue fundador y director. Barrilete estaba integrada por periodistas-escritores jóvenes que se habían convertido en obreros de su propia literatura. Los poemas de Santoro, Carlos Patiño, Francisco Chiroleu, Carlos Higa (también desaparecido) y Alberto Costa (exiliado en España) eran publicados en editoriales caseras y acompañados por ilustraciones de artistas amigos. Barrilete era un colectivo de escritores que quería salir, y salió. Santoro publica poemas de Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo, Celedonio Flores y Evaristo Carriego, entre aquellos más cerca de ser considerados letristas que poetas. La violencia del mote corría siempre el riesgo de la exclusión y del artepurismo. Santoro tenía otras intenciones. Y urgentes.
Toda la obra de Santoro gira alrededor de esa participación de su ser con Buenos Aires (que es lo mismo que decir humanidad total, cuando se tiene capacidad de hacer del tema algo válido para otros seres de la tierra), pero no con el Buenos Aires híbrido o inexistente de tantos impostados cantores a la violeta, sino con un Buenos Aires que él conoce y vive todos los días, y lo que es más genial con el Buenos Aires que todos conocemos, padecemos, soportamos hora a hora, y al que le ha sumado un humor negro delicioso, que es nada más que el resumen del humor negro de cualquier golpeado habitante de nuestra ciudad (existe otro recurso?), que utiliza como buen poeta potencial-anónimo las maravillosas expresiones que Santoro iluminado se anima a colocar en sus poemas, para darnos de esta forma una verdadera y real poesía de Buenos Aires, la indescriptible ciudad metida en "el tercer mundo". "Qué hace el tanque parado en la puerta de mi casa?". "No creo que aguantemos mucho tiempo".
Aún con lo difícil que se presentaba el deseo de limar las disidencias de la izquierda, Roberto Santoro no claudicó. Siguió entendiendo que las palabras eran contundentes y en junio de 1976, ante la evidencia del genocidio que ya esquilmaba oficialmente a una generación lúcida que era la suya, denunció las atrocidades en el exterior, denuncia y pide que se divulgue la lista de detenidos, desaparecidos y allanamientos que sigue: detención del director del periódico Alberdi de la ciudad de Vedia, allanamiento a la editorial Siglo XXI, arrestos por el ejército del secretario de redacción del diario El Andino, Pedro Lucero y del subdirector del diario Los Andes, Antonio Di Benedetto; en Mar del Plata secuestro del secretario de prensa y corresponsal de Telam, Amílcar González y en la ciudad de La Rioja del escritor y periodista Daniel Moyano, lugar donde se clausura por 24 horas el diario El Independiente. Denuncia también en Buenos Aires el arresto del poeta y novelista Federico Moreyra y el secuestro y desaparición de Haroldo Conti, Premio Casa de las Américas y la detención del poeta Alberto Costa, codirector de la revista literaria Barrilete e integrante de la Agrupación Gremial de escritores. La golpiza que recibe por paramilitares, el periodista del diario La Razón, Enrique Llamas de Madariaga, y el rapto y asesinato del periodista y ex senador uruguayo Zelmar Michelini.
Escribió y firmó una carta presentada ante la Confederación de Escritores Latinoamericanos con sede en México denunciando las atrocidades de la dictadura contra intelectuales, periodistas y las amenazas a escritores. Poco más de un año después, el 1° de junio de 1977, tres hombres de civil
armados irrumpieron en la Escuela Nacional Técnica Nº 25 Fray Luis Beltrán donde Santoro trabajaba como preceptor.
En 1996, una plazoleta de Colegiales (ubicada en la esquina de Forest y Teodoro García) fue bautizada como "Poeta Roberto Santoro". Veinte años antes de ese homenaje y treinta de esta semblanza, Santoro escribió: "Si se escapa esta rabia que llamamos esperanza,/si un día se va,/yo crucifico al amor,/y después de enterrar a mis hermanos,/me voy con el tranvía de la muerte/a clausurar mi corazón en una plaza".


FRAGMENTO DE LA CARTA DE DENUNCIA
La carta de denuncia, escrita por Roberto Santoro el 3 de junio de 1976 y dirigida a la Confederación de Escritores Latinoamericanos, finaliza diciendo: "Hasta aquí los datos que poseo. El presidente, no obstante, habla de la libertad y la democracia. Se liberan los precios. Hay cesantías en masa. Distribuyen una cartilla para prevenir actividades subversivas en las escuelas. El presidente dice que rechaza la prensa complaciente, la planta Ford de General Pacheco, que ocupa 4800 trabajadores, cierra por cinco semanas. EEUU acepta el plan del ministro de economía, hombre ligado a los monopolios; los obispos hablan de la paz y rezan. Borges declara que la literatura y el arte son formas de placer. (…) Lo cierto es que los compañeros siguen presos y es necesario que ustedes, a través de la Confederación de Escritores Latinoamericanos nos den una mano, la de la solidaridad, (…) y a favor de la causa popular testimonien el atropello de las burguesías sobre el proletariado. (…)
Hermanos, discúlpenme la letra, no tengo máquina donde estoy. Compréndame, compréndanos. De todas maneras somos optimistas. Esto recién ha comenzado. El presente es de lucha, el futuro es nuestro".



POEMAS DE ROBERTO SANTORO

LLUVIA EN LA VILLA
afuera
el agua cae
de arriba para abajo
adentro
el agua sube
de abajo para arriba.

VERBO IRREGULAR
yo amo
tú escribes
él sueña
nosotros vivimos
vosotros cantáis
ellos matan.

Mi casa se puebla de arlequines
cuando hay ruido de besos en el aire.


CANTO A LA ESPERANZA
Andaba yo desnudo de mí
perdido en la lluvia del olvido,
de barco navegando por las plazas,
dormido el pecho,
su gorrión descalzo
y tuve que llevarte a la palabra,
ponerte en posición de vuelo,
a veces de bufanda
rueda azul
andaba
te seguía
mi muerte con su forma de guitarra
y tuve que ponerla en la memoria
como se pone un hijo
con esa rabia dulce
mitad de mí
agua del aire
andaba así
de loco en el olvido
de furia que quiere reventar por el costado
y un día de tanto nombrarla
la encontré,
se la llevé a mi madre,
la puse en el saludo,
la compartí como un pan con mis amigos,
la arrastré hasta. el remolino del amor
allí donde los ríos tienen un mismo nombre,
para que entendiera de una vez por todas
que era nuestra,
para que nunca se olvidara de este país enorme,
de esta ciudad,
su ternura abandonada en los portales,
le dije algunos versos,
le puse el corazón como una hoguera,
me la bebí de cabo a rabo,
le enrosqué la cola en mi solapa,
me di el gusto de agarrarla de la mano
y hoy la traigo aquí,
pero si un día se llega a volar porque fallamos
si se escapa esta rabia que llamamos esperanza,
si un día se va,
yo crucifico al amor
y después. de enterrar a mis hermanos,
me voy con el tranvía de la muerte
a clausurar mi corazón en una plaza.

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